Sábado 1 de Febrero de 2014.
El cielo estaba encapotado. Las nubes eran grises; aunque no llegó a llover. Hacía bastante frío; pero nada que no se pudiera soportar…
A las 14:30 debíamos reunirnos con el resto de invitados en aquel restaurante chino. “La Suerte”, se llamaba; un nombre muy apropiado para la festividad que se celebraba aquel día: el año nuevo chino. Este año sería el del Caballo.
Al entrar en aquel lugar pudimos comprobar que ya habían llegado bastantes invitados; aunque aún faltaban más por comparecer… Los dueños de aquel restaurante, muy ornamentado con motivos, cuadros y otros elementos relativos a su tierra, habían hecho un gran esfuerzo previo para disponerlo todo de modo que cupieran las aproximadamente ochenta personas que seríamos en aquel establecimiento… Prácticamente al primero que encontramos fue a nuestro amigo Martin.
Martin es un tipo muy agradable, respetuoso y simpático que cada año realiza una tarea que él mismo ha decidido llevar a cabo: tratar de reunir cada vez a varias escuelas de diversos estilos de artes marciales para compartir una comida juntos, una comida de hermanamiento en la cual, además, se puedan compartir conocimientos adquiridos durante años unos, durante menos otros, a través de una serie de exhibiciones llevadas a cabo por parte de las diferentes escuelas.
Bajo la tenue luz cálida que iluminaba la estancia, estaban dispuestas las mesas ya preparadas. En las mismas, Martin se había encargado de preparar un folleto con la historia de su estilo de Kung Fu: la Grulla Blanca. Además, había preparado una ilustración que representaba un caballo a partir de un ideograma chino, elaborada por él mismo el día anterior. Junto a la pecera, no muy lejos de la entrada del local, había un espacio libre preparado para las exhibiciones…
Y comenzó la representación. Empezó a sonar una música inequívocamente china que acompañó durante toda la misma. Martin leía en inglés la historia de su estilo, mientras un traductor se encargaba de decirlo en castellano. Pero la historia, que abarcaba desde aproximadamente el 1600 hasta mediados del siglo pasado, estaba escrita de forma que se iba enlazando con la historia del resto de estilos que participaban en la demostración, quedando claro una vez más el pasado común de las artes marciales orientales…
Así pudimos disfrutar de exhibiciones del propio estilo de la Grulla Blanca, llevada a cabo en primer lugar por los niños y niñas (sobretodo niñas) que practican el estilo con Martin en Alaró, y más tarde por los mayores (encabezada por él mismo), Kenpo, Wing Chun (con una bella historia en la que se revelaba que “Wing Chun” era el nombre de una mujer…), Karate… y Pachi Chuen. Ahí entrábamos nosotros.
Dos alumnos de nuestra escuela, Pachi Tanglang Chuen, realizaron el esquema “Kai Men Chen” del estilo Pachi. Como de costumbre éramos los que más espacio necesitábamos y los que más ruido hicimos…
Luego llegó el momento de comer y beber para completar la celebración de aquella agradable, multitudinaria y bienintencionada reunión. Martin había acertado como de costumbre…
Y la historia llegó a su final. Pero la historia, por supuesto, continúa. Continúa con nosotros, todos aquellos que practicamos cualquier estilo de artes marciales, venga de donde venga, siempre que sea practicado con seriedad, sinceridad y humildad. Es nuestra responsabilidad y nuestro honor hacer que así sea.
Por eso, son dignas de alabanza iniciativas como la de Martin, que año tras año, nos da una lección de camaradería y compromiso con las artes marciales que tanto amamos.
Javier Rodríguez